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¿Sabes que hueles a lo que comes?

De acuerdo con distintos estudios, se ha encontrado que los desequilibrios químicos que puedan existir en nuestro organismo pueden dar como resultado niveles de acidez y PH irregulares, los cuales son eliminados de forma natural a través del sudor.

Valeria Lozano, Fundadora de Instituto Hábitos, comenta que la ingesta de algunos alimentos puede influir en el aroma de nuestro cuerpo y este al mismo tiempo nos puede indicar el estado de salud en que nos encontramos, por ejemplo:

  • Comer muchas frutas y verduras, que contienen muchos potentes carotenoides, afectará positivamente a lo que hueles.
  • El olor del sudor también transmite el estado de salud de una persona y su capacidad inmunológica.
  • Estudios demuestran que las personas que consumen más carbohidratos: pasta, papa y harinas refinadas tenían el olor menos agradable.
  • Las personas que comen más verduras huelen mejor
  • El olor corporal mejora cuando se lleva una dieta baja en carne en comparación con los que comen mucha carne.
  • Científicos concluyeron que el consumo de carne roja tiene un impacto negativo en el olor corporal.

Y para ayudar a mejorar tu digestión te comparte esta deliciosa receta de jugo de verduras:

– 1 puño de hierbabuena

– 1/3 de pimiento verde

– 1 taza de uvas

– 1 pepino

– 1 tomatillo verde

– 1 limón

Recuerda: todo bien lavado y desinfectado, al extractor y en ayunas.

Obtén más información aquí: http://www.habitos.mx/

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Templo de la identidad personal, traidor de la voluntad más férrea, el cuerpo humano es carne oliente, una sinfonía desafinada de olores. De la punta de los dedos del pie al cabello más extremo y rebelde, nuestro continente corporal huele. La culpa, desde ya, es nuestra: el peculiar olor que nos envuelve y es eyectado por cada unos de nuestros rincones y grietas más íntimas varía según nuestra salud y edad, según lo que comemos, según las veces que nos bañamos por semana o las costumbres higiénicas de la cultura a la que pertenecemos.

En este sentido, la suma de todos los olores que nuestro cuerpo despide constituye nuestro ‘pasaporte odorífero’, al que nos habituamos y en ciertos casos encontramos adictivo. En la novela Ulises, de James Joyce, Leopold Bloom ejemplifica su ‘bromidrofilia’ o disfrute de los olores propios: no puede evitar deleitarse ante el aroma de sus propias heces mientras lee el periódico en el baño.

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