Hoy me encuentro aquí, con el papel y la pluma en mano, tratando de expresar con palabras lo que mi corazón siente por ti. Sin embargo, me doy cuenta de que ninguna cantidad de palabras puede realmente capturar la inmensidad del amor y la gratitud que siento por ti.
Desde el momento en que llegué a este mundo, tú fuiste mi guía, mi roca, mi mayor apoyo. Tus abrazos siempre han sido mi refugio en los días oscuros, y tus palabras de aliento han sido la luz que me ha impulsado a seguir adelante incluso en los momentos más difíciles.
Tu amor incondicional ha sido como un faro en mi vida, iluminando mi camino y dándome la seguridad de saber que siempre puedo contar contigo, sin importar qué. A través de tus acciones y sacrificios, me demostraste una y otra vez que el amor de una madre es verdaderamente incomparable e infinito.
Aunque ya no estés físicamente conmigo, tu presencia sigue siendo palpable en cada rincón de mi ser. Cada recuerdo que compartimos, cada lección que me enseñaste, vive en mí de una manera que nunca se desvanecerá.
Quiero que sepas que te extraño cada día, pero también sé que tu amor sigue guiándome y dándome fuerzas. Seguiré adelante con la certeza de que llevarte en mi corazón es un regalo que nunca perderé.
Gracias, mamá, por ser la mejor madre que alguien podría desear. Tu amor perdura más allá del tiempo y el espacio, y por eso siempre serás mi heroína, mi confidente, mi todo.
Te amo más de lo que las palabras pueden expresar.
Con amor eterno,
Arturo
