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No se hagan bolas… ¿es Sheimbau?

 

El equipo que apuntaló a Delfina Gómez, trabaja con la delegada de Tlalpan

Los planes del partido Morena, el más joven de los partidos políticos de México y el más poderoso en la Ciudad de México, marcan que este jueves darán a conocer los resultados de la encuesta con la cual decidirá quién será su candidato al gobierno de la Ciudad. Una encuesta que carece de la transparencia necesaria para confiar en ella.

Ya Andrés Manuel López Obrador, el único gran elector de Morena, aseguró que él no usará su dedo para decidir quién será el candidato. Y aunque es comprensible que él no quiere mostrar sus preferencias, porque los tres aspirantes le han mostrado lealtad y le han ayudado a afianzar su hegemonía electoral en la capital del país, sólo la candidez puede explicar que sus palabras se crean como verdaderas.

Y es que mientras la encuesta se desarrolla y López Obrador asegura que no meterá las manos en la decisión, desde hace cuatro semanas el equipo que apuntaló a Delfina Gómez en el Estado de México, trabaja ya con Claudia Sheinbaum, delegada en Tlalpan, para prepararla rumbo a lo que prevén como un seguro triunfo en la capital del país, para convertirse en la segunda mujer en gobernarla, pero la primera en ganarla.

De acuerdo con el equipo cercano de Claudia Sheinbaum, desde hace semanas Hugo Scherer es el encargado de trabajar con ella, no para ganar la candidatura, sino la Jefatura, por órdenes mismas de López Obrador, quien ve en ella a su más leal y convencida seguidora, a pesar de sus antecedentes cardenistas y de izquierda moderada.

Conocida públicamente desde 1986, cuando era la novia de Carlos Ímaz, entonces dirigente del extinto Consejo Estudiantil Universitario (CEU), y después como académica de la UNAM y esposa de Ímaz, Claudia Sheinbaum fue parte de grupo de jóvenes y adultos jóvenes que se autodenominaron herederos del Movimiento Estudiantil de 1968 y que de la mano de liderazgos como los de Salvado Martínez Della Rocca y Pablo Gómez allanaron el camino de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y formaron el ala juvenil en el nacimiento del PRD.

Pero después, Claudia Sheinbaum comenzó a estar cada vez más cerca de López Obrador y más lejos de las corrientes afines a Cuauhtémoc Cárdenas, dentro del PRD, entre quienes estaba, por ejemplo, Rosario Robles. Su papel como parte del gabinete de López Obrador le enero una cercanía tan fuerte con el Licenciado, como le dicen sus colaboradores a Andrés Manuel, al grado que cuando estalló el escándalo de su esposo, Carlos Ímaz, al recibir dinero de parte del empresario argentino Carlos Ahumada, a ella se le protegió quirúrgicamente para que no le alcanzara la mala fama de quien también fue delegado en Tlalpan.

Según su equipo, ella será la candidata y segura Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, pues el PRD en la capital del país está prácticamente destruido y sus principales grupos de activistas y operadores políticos ya están con Morena.

Pero ¿está justificado el optimismo del grupo de Sheinbaum? Cuando la decisión es del dedo de un líder como López Obrador, es imposible contestar esta pregunta.

Uno revisa la forma en que Martí Batres se peleó con el otrora grupo poderoso del perredismo en la capital del país, Izquierda Democrática Nacional (IDN), de René Bejarano y Dolores Padierna, para cerrar filas con López Obrador desde hace 10 años; cómo fue de los primeros en renunciar al PRD para seguir a Andrés Manuel y cómo disminuyó las huestes de Bejarano para llevarlas a la causa de López Obrador.

Quienes conocen la fuerza de los operadores políticos en la capital del país, es juntamente la fuerza de los Bejaranistas la que apuntaló a López Obrados en la Ciudad de México.

Entonces la pregunta es ¿por qué no premiar la lealtad de Martí Batres?

Y si uno revisa el historial de Ricardo Monreal, quien renunció al PRI por invitación de López Obrador y se convirtió en el primer rebelde del PRI que le ganó una gubernatura, la de Zacatecas; que fue el responsable de la operación de tierra en la candidatura presidencial de López Obrador en 2016, con las brigadas ciudadanas y que estuvieron a punto de convertirlo en Presidente de la República, también se pregunta por qué no Monreal.

El caso de Claudia Sheinbaum me recuerda el de Rosalinda López Hernández, durante cercanísima a López Obrador; su operadora en el Senado, entre 2006 y 2012 y su primera mujer de mayor confianza política, pero al final, jamás le dio la candidatura para el gobierno de Tabasco y no puedo evitar la especulación natural de ¿y si Claudia no es la buena?

Lo cierto es que a sólo unos días de que conozcamos el nombre del candidato de Morena a la Ciudad de México, en los corrillos políticos capitalinos se escucha con fuerza que la elegida será Sheinbaum.

¿Será?

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