Por Francisca Saavedra
No hay una regla moral, mucho menos legal y por escrito, que me exija solicitar permiso a la gente para ser, si para ser Yo, MUJER. Pero las costumbres de convivencia “normal y regular” me invitan a que, con una simple mirada de desaprobación, me vaya al rincón a replantearme si debo y puedo ser Yo misma.
Esto nos ocurre a casi todas las mujeres, pero es verdaderamente desquiciante y nos preocupa tanto que, entre las mismas mujeres, haya estas miradas jurídicas y esos tamices para jerarquizarnos.
Entre nosotras también tenemos nuestra escala de valores de mujer a mujer. Comienza por la posición socio-económica, le sigue la edad (y no es la que tengas, sino la que representas), el grado de belleza (de acuerdo a cánones internacionales preestablecidos o clichés), pobres de nosotras con rasgos indígenas; tus habilidades amatorias y así hasta el infinito, no se trata de calificarnos, más bien de descalificarnos.
Una mujer, aunque se diga lo contrario, siempre estará en segundo plano social y sobre todo político en los eventos fundamentales, incluido el día internacional de la MUJER, pues con la escala de valores de la sociedad contemporánea es descalificada ampliamente y a diario por mujer, por pobre, por vieja, por fea, por indígena, por su preferencia sexual y por DISCAPACIDAD.
Mencionar los temas inherentes a la mujer es como un recuento de adeudos, una carta llena de ilusiones inalcanzables y una promesa sin cumplir.
Las necesidades actuales de información y comunicación exigen cifras y datos duros, que en México son casi, por no decir siempre, inexactos. Ni la administración y sus autoridades, INEGI, los Institutos estatales y federal de la Mujer nos aproximan al número o al sitio en donde se requiere actuar de inmediato.
La problemática de ser mujer enlista un montón de temas, casos y personajes afectados por su condición de fémina.
Madres adolescentes, madres solteras, madres víctimas de la violencia doméstica, madres ancianas explotadas por sus hijos y finalmente abandonadas, solamente por referirnos a su condición de madres.
Mujeres con la autoestima por los suelos, mujeres con poco futuro académico, mujeres sin proyecto, mujeres sin empleo, mujeres sin base económica, solamente por referirnos a su condición de mujeres.
Mujeres, madres y discapacidad regularmente, claro salvo escasas y muy HONROSAS excepciones, vivimos todas las circunstancias que antes enumeramos, pero regularmente elevadas a la N potencia.
Abusos sexuales en mujeres con discapacidad (McD) intelectual, abandono con hijos, violentadas a golpes, explotadas -muchas veces por sus mismos familiares, autoestima cero, analfabetas, sin futuro, sin empleo, sin dinero y solamente por ser McD.
Así es que las condiciones en las que vivimos prácticamente TODAS las mujeres con y sin discapacidad son las mismas y debemos superarlas, seguramente, en forma individual mientras no estén dadas las condiciones políticas y sociales que se necesitan.
Las mujeres tenemos una deuda pendiente con las mujeres: se llama respeto y apoyo.
Yo no quiero más pedir permiso para ser yo. ¿Y usted?