Están en diferentes espacios y dispuestos a visibilizarse
Rebasados los partidos políticos, por su afán de continuar una dinámica de cúpulas, grupos y tribus de poder, en los que sólo importa su élite y los militantes son lo de menos, los opositores en México han decidido ir por un carril propio y mostrar su fuerza desde la zona que es común para todos: la sociedad civil organizada.
El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene toda la razón cuando asegura que la oposición en México está moralmente derrotada, pero sin duda que él observa a la oposición sólo desde la trinchera de los partidos políticos; por eso tiene razón, porque, en efecto, los partidos políticos en México dejaron de ser una opción de expresión política cuando empezaron a acceder al poder y se convirtieron en todo lo que criticaron del PRI.
Sin embargo, el mandatario federal se equivoca en su apreciación, si consideramos que la expresión ciudadana, hoy por hoy, tiene más canales de visualización que los partidos políticos y entonces uno observa que los opositores están en diferentes espacios y dispuestos a visibilizarse; que están dispersos, pero que tienen disposición a organizarse en marchas, en mítines, en foros, en conversaciones, pero sobre todo, en las urnas y es así donde uno detecta que la oposición no está moralmente derrotada.
A nadie debe espantar ni molestar la existencia de opositores. Una República como la nuestra, atada en todas sus expresiones políticas durante siete décadas, por decisión de un proyecto político llamado PRI, pero que poco a poco la fuerza ciudadana, expresada entonces en los partidos políticos, lo fue derrotando hasta terminar con su poder absoluto, es natural y necesario que existan los opositores.
La historia del mundo comprueba que las voces únicas en el poder no son sanas para nadie, pero además, los mexicanos ya no son ese conglomerado pasivo y resignado que aceptaba los designios priistas como un destino inevitable. Los mexicanos conforman hoy una sociedad crítica, conocedora del poder del voto y del poder de la inconformidad.
Hace doce años, un importante grupo de ciudadanos emprendió una lucha constante, del día a día, para convencer a la mayoría de que el proyecto de Andrés Manuel López Obrador es lo mejor para el país. Les costó 12 años de trabajo constante, de usar las redes sociales para denostar al panista Felipe Calderón y al priista Enrique Peña Nieto, de realizar marchas de repudio, de usar a sus diputados y senadores para frenar cambios en leyes y en la Constitución. Al final triunfaron y su proyecto de gobierno está hoy en el poder.
Ese grupo de ciudadanos tiene mucha razón cuando dicen que los opositores de hoy están molestos. Ellos lo saben mejor que nadie, porque durante 12 años estuvieron molestos, pero se equivocan en su afán de denostar a los opositores, en su afán de aferrarse a que sólo ellos tienen la razón, sin permitir el menor disenso, porque lo interpretan como un boicot. Los opositores existen y no se pueden negar, por muchos tuits, gritos y descalificaciones que se hagan.
México camina hacia el segundo año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador en medio de una polarización social innegable, justamente porque los opositores existen y se expresan de diferentes formas, y justamente por el afán de algunos de imponer visiones del mundo, sólo porque ganaron una competencia electoral, sin aceptar que los números no siempre legitiman la estatura moral.
Los opositores existen. Están en las calles, en las oficinas, en los mercados públicos, en los restaurantes, en las fondas, en las cantinas, en los hogares y el gobierno federal debe escucharlos, porque son la brújula que le indica el camino; son las voces que le alertan que no siempre tiene la razón.
Más allá de los partidos políticos, que han demostrado no estar a la altura de las exigencias de la sociedad que buscan representar, los opositores existen y en un contexto de dificultades económicas innegables y de crecimiento acelerado de la inseguridad, pueden crecer de manera natural, sobre todo si el gobierno federal se niega a aceptar que entre esos opositores de hoy, hay también muchos que lo llevaron al poder.