Andar en silla de ruedas o con muletas no es castigo divino
Por Francisca Saavedra*
Un día, el ex presidente Luis Echeverría dijo: “lo que la escuela construye en la mañana, la televisión destruye por las tardes”. Yo agregaría que Televisa “construye” y destruye lo mismo de día que de noche sin que haya quien los llame al orden.
Lo comento porque recientemente terminó una telenovela, esas de mucho jalón, y en cuyo final los malos (si los más terribles y perversos de la historia), terminaron como personas con discapacidad: él, cuadrapléjico y ella con ambas piernas amputadas. Por supuesto las escenas llenas de gritos desgarradores de actores que exigían morir antes de quedar en esas circunstancias.
De qué sirve que se lancen loas al viento ensalzando logros de niños y jóvenes con discapacidad en una campaña de 6 meses que se intensifica una semana y que por 3 días “recauda” millones para construir centros de rehabilitación, si en 2 o 3 minutos de una historia jaladora y lacrimógena le dices a tu teleaudiencia que es mejor ¡morir! que vivir con una discapacidad.
No entendemos ese manejo tan contradictorio que tiene la gente en general y los medios en particular, que insisten en hacer creer a todos que la discapacidad, aunque “buena” es un castigo natural o, ya metidos en las divinidades, es castigo de Diosito mismo.
Si la discapacidad es algo tan terrible no podemos creer entonces que haya algo o alguien sobre la faz de la tierra, y menos un ser tan bondadoso como Dios mismo, que quiera llamar la atención, meter al orden, castigar o escarmentar a la sociedad con un evento así.
Ni es justicia divina, aunque así lo asegure el escritor de la telenovela, ni es tan terrible como los actores nos la representan. No esta padre, pero no es tan grave vivir con una discapacidad y cada día las condiciones han ido mejorando, aunque no tan rápido como quisiéramos, a favor de nosotros.
Lo que mantiene maniatada a la discapacidad, lo que la ciñe a la profundidad social como un lastre y la ancla al abandono y la ignorancia es el manejo que las voces sociales le siguen dando.
Los protagonistas centrales pierden la movilidad en sendos accidentes (uno caído desde las alturas se rompe el cuello y la otra pierde ambas piernas en un choque automovilístico), y la gente dice “se lo merecían por malos”.
Yo no soy tan buena como el pan, pero esta condición no es un merecimiento sino consecuencia de que tardaron un poco los científicos para descubrir la vacuna contra el virus de la poliomielitis. Yo adquirí la polio en 1952 y fue hasta 1954 que empezó a aplicarse la vacuna Salk, 10 años después en 1964 se desarrolló la vacuna Sabin.
Leía yo por ahí de una periodista (en el oficio lleva años y pudo haber trabajado socialmente el tema desde hace mucho tiempo) que hoy esta abiertamente decidida a luchar en favor de las Personas con Discapacidad (PcD), ¡claro!, porque hoy vive en carne propia esta circunstancia y busca que tengamos voz, pero a través de ella.
No queremos vivir encerrados en el pensamiento y el discurso de los demás, mucho menos enjaulados en leyes y reglamentos construidos a modo para nosotros. No queremos guetos o zonas exclusivas, hemos vivido por años segregados, muchos desde la propia familia, en la escuela, la iglesia, la sociedad y todo lo demás. Nuestros cuerpos están, en muchos casos, atados a auxiliares mecánicos o humanos y en otras ocasiones atrapados en aparatos o yesos postoperatorios. Hoy solamente queremos la libertad total y la interacción plena. Buscamos la equidad en el trato y competir por todas las oportunidades, pues en la vida no se vive por decreto.
*Francisca Saavedra. Es periodista, durante 30 años trabajó en Televisa, fue corresponsal en Egipto y Australia y su última responsabilidad en esa empresa fue la Dirección de Corresponsales Extranjeros. Fue una de las fundadoras de ECO, el sistema de noticias 24 horas. A los cuatro años le dio poliomelitis (en ese entonces no existía la vacuna), y desde entonces para poder desplazarse ha utilizado muletas, aparatos ortopédicos y silla de ruedas.