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LAS VICTORIAS MORALES

SALA DE ESPERA

Hace algunos años, quizás diez, una noche de domingo en Buenos Aires veía un programa de televisión local similar a nuestros “Acción”, “Los Protagonistas” o “En la jugada”.

Nada sorprendente; igual a todos, hasta que inició una sección que se llamaba algo así como “El marcador moral”. Una delicia de perversión, deveras.

Así lo recuerdo: se presentaba el resultado de un partido, con las imágenes de los goles y las jugadas más importantes y las críticas. Lo sorprendente venía después cuando los contertulios juzgaban esa jugadas, los errores de los jugadores, la pifias arbitrales y llegaban a la “conclusión” de que tal jugada, tal error o tal pifia debieron haber sido goles…

Entonces, se sumaban esos “goles” y se configuraba el “marcador moral”, que podía o no coincidir con el resultado real; generalmente no coincidía.

Así, al término de la discusión futbolera un resultado real adverso de 0-3 para un equipo podría transformarse en, digamos,  un 5-4 o en 7-6 “moralmente” favorable.

En ese momento me pareció un ejercicio inútil, tonto, pero tiempo después me di cuenta que quizás —sin saberlo o sí sus inventores—tenía un efecto social “positivo”.

Imaginé a un hincha de aquel equipo que perdió realmente, pero que en la madrugada de lunes va en colectivo o en Subte (metro) pensando: “Bueno ché, perdimos 0-3, pero moralmente ganamos 5-4, ¿viste? El próximo domingo ganaremos…”

El recuerdo bonaerense llegó luego de las primeras notas de tercer/primer informe de gobierno este 1 de septiembre.

Nunca antes, hasta hoy, me había preguntado (lento que es uno) ¿qué efecto tendrían aquellas derrotas morales en los fanáticos del equipo que había ganado el juego real?

Caricatura de Solís

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