No esperé a que me los dieran, me los compré…
¿Cuál ha sido mi mejor regalo como mamá?
La respuesta es obvia y no piensen que es cursi o de estereotipo de madre abnegada. Mi mejor regalo son mis dos hijos, con todo y que a veces quiera salir corriendo de la casa o gritar de desesperación cuando se ponen insoportables (ya ven que soy cero abnegada).
Soy mamá primeriza y ¡de gemelos!, que están en los terribles 3 y pasaron por los terribles 2 y seguirán los terribles 4, 5, 6…12…14…18 y ….uf, y justo porque nadie te prepara o enseña a ser mamá quiero compartir contigo los mejores regalos que he tenido y que llegaron a mi porque yo los compré, jajaja.
El primero es “Mamá te quiero Zen”, un libro de Ana Paula Domínguez y Lourdes Botello, que me llegó en el momento justo. Apenas corrían los primeros dos años de los niños y yo estaba agotada; dejaba atrás pañales, biberones, control de esfínteres, llamadas casi diarias al pediatra (por mil dudas como si los veía más rojitos que de costumbre, por su popó que era diferente a la del día anterior, porque yo creía que no le hacían nada los medicamentos, por si los veía flaquitos o tristes), disgustos con las enfermeras y cuidadoras de la guardería del IMSS donde estaban mis hijos, en fin. Yo estaba agotada y además de mi rol de mamá tenía que cumplir con mi rol de profesionista con un trabajo que me apasiona tanto como mi maternidad (no lo voy a negar).
Leía todo lo que tenía que ver con mamás y niños, me suscribí a páginas de internet de bebés y oía las mil opiniones de diversas mamás, checaba en internet si el desarrollo de mis niños estaba a acorde con la edad y si no checaba me estresaba. Total que por poner más atención en lo exterior, en el “ruido” de afuera, no escuchaba mi voz interior, a mi instinto.
Así que estaba agotada, nerviosa y de malas. Fue entonces cuando este libro me devolvió la paz, la confianza en mi instinto maternal y me enseñó que la respiración profunda y la meditación pueden ser tus mejores aliados en la vida, no sólo en la responsabilidad de ser mamá.
Claro que me costó trabajo empezar a meditar (y no, no se trata de poner la mente en blanco, más bien de focalizar lo verdaderamente importante), ni siquiera sabía respirar y menos hacer una respiración profunda que me ayudara a relajar. No sabía cómo controlar mi enojo y no tenía claro que descansar, dormir, eran parte de la clave para recuperar mi equilibrio.
En el libro de Ana Paula Domínguez y Lourdes Botello descubrí el paquete básico de una mamá zen: relajación, sueño y alimentación; aprendí a relajarme y recuperar las virtudes que tenía y que había guardado en el fondo de mi alma: paciencia, ecuanimidad, intuición y devoción.
Descubrí que debía confiar más en mi sabiduría interior que en todo lo que escuchaba y me confundía. También aprendí a observarme, a identificar qué factores provocaban un cambio de ánimo y tratar de entenderlos y dejarlos fluir. Bueno, hasta posturas de yoga que me hacen reencontrarme con mi feminidad, con mi maternidad y que me ayudan a descansar mejor.
Amo este libro y seguirá siendo mi libro de consulta.
El otro regalo que me di fue un curso que adquirí por internet que se llama Paternidad Efectiva y que lo encontré por un post en Facebook que me retrataba en mis reacciones como madre que educa y forma, y que además me prometía darme las estrategias para lograr la disciplina en mis hijos y sin explotar, sin gritar y sin sentirme culpable (¿te suena familiar?)
Obvio me llamó la atención, tomé las primeras 4 sesiones de coaching gratis y sin dudarlo decidí pagar para tener todo el entrenamiento posible. Este programa pertenece a “Niños de Ahora”, creado por Gaby González y Luis Carlos psicoterapeutas y coaches expertos en conductas, trastornos y relaciones padres e hijos. Son 7 módulos, pero lo más importante es que antes del ABC de cómo hablarle a tus hijos, te descubres como padre o madre y te ayudan a sanar tu niño interior.
Buena parte del entrenamiento incluye meditaciones, reconciliaciones con tu niño interior, con tus padres y de repente te descubres con mayor tolerancia, paciencia, tocas tu corazón y limpias la percepción que tienes de tus hijos. Te enseñan a tener una mejor comunicación con tus niños; el entrenamiento va por edades y lo más importante es que trabajas con emociones como la confianza, valía, pasión y conexión.
Mi regalo para ustedes futuras mamás, en espera, mamás de preescolares o de adolescentes son estas dos recomendaciones, que me están ayudando a ser una mejor persona y a vivir en armonía.
Quiero regalarse estas reflexiones que obtuve después de leer “Mamá te quiero Zen” y de mi curso de Paternidad Efectiva:
“Hay que educar en el amor y no en el miedo. Educar sin intimidar.”
“Ser madre es el mayor servicio espiritual que existe”.
El mejor regalo es el que inviertes en ti misma.