El paso del tiempo es inevitable, sin embargo, es posible evitar la aparición prematura de signos de la edad con una serie de hábitos saludables.
Para lucir sana por fuera, es necesario también mantener en óptimas condiciones el interior. Entre las buenas prácticas que puedes comenzar a hacer para cuidar tu piel, están las siguientes: mantener la cara limpia, reducir la cantidad de azúcar en la dieta, mantener una buena hidratación, descansar por lo menos 8 horas; evita llevar una dieta baja en vitaminas, exposición continua a cambios de temperatura, y evita la fatiga profesional y personal.
También, puedes ayudar a tu piel utilizando productos especializados como el serúm facial, ya que le da vitalidad al rostro de forma rápida y eficaz, al ser un concentrado de activos benéficos para la piel. Realiza exfoliaciones 1 o 2 veces por semana para retirar las células muertas y tener más limpio el rostro.
La piel consta de dos capas, la epidermis y la dermis. En la epidermis hay 4 estratos: córneo, lúcido, granuloso y germinal. En la dermis se encuentran los folículos pilosos, las glándulas sudoríparas, las fibras nerviosas y el tejido conectivo.
Actúa como barrera protectora que aísla al organismo del medio que lo rodea, protegiéndolo y contribuyendo a mantener íntegras sus estructuras, funciona también como sistema de comunicación con el entorno y es uno de los principales órganos sensoriales, contiene terminaciones nerviosas que actúan como receptores de tacto, presión, dolor y temperatura. Está formado por la piel propiamente dicha y las faneras o anexos cutáneos: pelos, uñas, glándulas sebáceas y sudoríparas. Las enfermedades de la piel son estudiadas por la dermatología.
En el ser humano adulto ocupa una extensión de 2 m² y pesa 4.1 kg. Tiene un espesor que oscila entre 0,5 mm en los párpados y 4 mm en el talón. Se divide en dos capas principales que, de superficie a profundidad, se llaman epidermis y dermis. Por debajo de la dermis se encuentra la hipodermis, también llamada tejido subcutáneo, la mayoría de los textos consideran que la hipodermis no forma parte de la piel.
De la piel dependen varias estructuras llamadas anexos cutáneos: pelos, uñas, glándulas sebáceas y sudoríparas