Vencer la mezquindad
Por Leticia Robles de la Rosa
Desde la semana pasada es frecuente escuchar que el acoso de Donald Trump a México tiene algo bueno; la demostración de que México está unido.
¿Pero de verdad México está unido? No. Se trata de un ideal que en este país es imposible de alcanzar en el actual contexto político-social. Una utopía que deja ver todo tipo de expresiones que justifican el no sumarse a un esfuerzo nacional, con pretextos que se leen muy bien, pero que no tienen justificación real.
En las redes sociales es común ver a mexicanos que insisten en que colocar la Bandera Nacional en su avatar es ridículo, no sirve de nada o hasta la inverosímil versión de que es propaganda del PRI. Lo curioso es que en el 80% de esos casos, al menos en los contactos que tengo en Facebook y en Twitter, se trata de personas que hace unos meses colaron la bandera de Francia, para solidarizarse con las víctimas del terrorismo en ese país.
Yo nunca he puesto una bandera de otra nación. Ahora lo hice, al tratarse de mi país y observo a muchos de mis contactos que se mantienen incólumes en sus posiciones. Nunca, ni en esta ocasión, lo han hecho. Una posición muy respetable y de ninguna manera sujeta a la crítica, porque es congruente.
El problema son los que asumen la posición políticamente correcta cuando se trata de otra nación, pero se niegan a asumir su identidad nacional, con un sin fin de argumentos.
Escucho al perredista Alejandro Sánchez decir que sí quieren promover la Unidad Nacional, pero no a la que convoca el PRI, porque es un “oportunismo político”. Ni el PAN, ni el PRD ni Morena, entre otros, aceptaron la invitación del líder nacional priista, Enrique Ochoa, a formar entre todos los partidos la unidad política que requiere México.
Leo a la senadora Martha Tagle colocar en su cuenta de Twitter que “yo también prefiero el escudo mexicano, que el uso tricolor que le quieren dar a nuestra bandera”. Lo leo, lo escribo y no lo creo. “El uso tricolor”, pues la Bandera Nacional es tricolor; que el Escudo no lo es, habría que verlo con detenimiento; también tiene verde, blanco y rojo.
La semana pasada, durante una mesa de discusión en torno a lo que México debe hacer frente a los ataques de Donald Trump, Televisa mostró las posiciones de los dirigentes nacionales del PRI, PAN y PRD. Me llamó mucho la atención que el panista Ricardo Anaya comenzara su participación telefónica con una frase contra el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, en referencia a que el morenista minimizó el peligro de Trump y Anaya lo detectó desde un principio.
México no está unido en contra de un adversario común. México no tiene lazos internos que lo lleven a unirse y convertirse en una sola fuerza. Para muchos, primero está su posición política; primero está dejar en claro que Enrique Peña Nieto es un político incapaz, como si ellos fueran en sí mismos un ejemplo de eficiencia política; lo primero es aprovechar la inconformidad social para hacerse de huestes que los perpetúen en sus proyectos políticos particulares; lo primero es hacer campaña contra el adversario y beneficiar la campaña personal.
Pero muchos de esos mismos que regatean expresiones de solidaridad mexicana, ya participan activamente en redes sociales para resaltar las protestas en Estados Unidos, por la negativa de ingreso a los musulmanes.
México, como cualquier otra nación, tiene en su pueblo la fuerza para enfrentar retos internacionales.
Muchas generaciones hemos crecido con las historias épicas de un México que se unió para vencer a los franceses, entonces el ejército más poderos del mundo; con la forma en que la unidad nacional echó a Victoriano Huerta de la Presidencia de la República, que usurpó; con los mexicanos pobres que daban hasta guajolotes para que el presidente Lázaro Cárdenas pagara a las petroleras abusivas a las que expropió sus instalaciones.
El México de hoy ya no tiene solidaridad ni siquiera para protestar contra una acción de gobierno. Disfrazados de ciudadanos comunes, decenas de profesionales del saqueo hacen de las suyas y generan el desánimo de la población en busca de tener una protesta en verdad contundente.
Ojalá que la mezquindad política no tenga más poder. Si no logramos construir puentes de solidaridad como nación, llegará un momento en que no vamos a participar en labores de rescate, en caso de una tragedia natural, si en ese lugar el gobierno es diferente a nuestra preferencia política, y nuestro problema menor será un personaje como Trump.