El fuego amigo de los priistas y la misoginia política
Por Leticia Robles de la Rosa*
Duró en el cargo 19 meses y apostó por los resultados sobre los golpes mediáticos, en una lucha constante no sólo contra el crimen y la búsqueda de la procuración de justicia, sino por sobreponerse cada día a los golpes bajos que le dieron sus compañeros de gabinete, que le metieron el pie, pero nunca la tiraron, ni siquiera cuando dejó de ser la procuradora General de la República.
Arely Gómez es un claro ejemplo de las mujeres mexicanas que crecen en la política en medio de la misoginia política, que siempre observa a las mujeres como seres con capacidades mentales y habilidades políticas inferiores a ellos, y que ven en los ascensos sólo concesiones y no méritos por talentos propios.
Rodeada de polémica, porque es hermana de un ejecutivo de la empresa Televisa, Arely Gómez tiene una trayectoria reconocida ampliamente en los círculos judiciales. Nadie se atreve a poner en duda su profesionalismo y nivel de ética. Es la única senadora que ha renunciado a una presidencia de comisión, por considerar que el sobrino político de su marido, señalado en un caso de corrupción, podía ser interpretado como un conflicto de intereses. Hasta hoy ningún senador ha hecho algo así.
Es una mujer que confía en el talento de los jóvenes y se rodea de ellos, los impulsa y los hace crecer. Es metódica, trabajadora, estudiosa, pero es evidente que tiene inseguridades cuando está ante un público; trastabilla al hablar y es evidente que le cuesta trabajo contener los nervios.
Y esa parte de su personalidad fue combustible para muchos de los políticos que le intentaron poner el pie. Fueron conocidas las veces en que el consejero jurídico de la Presidencia de la República, Humberto Castillejos, prácticamente le robaba la palabra a la Procuradora para dar a conocer detalles de las tareas de la PGR, durante las reuniones privadas de los integrantes del gabinete ampliado o del gabinete de seguridad.
También fue conocido en los círculos políticos priistas y hasta panistas, que las filtraciones de información sobre casos delicados no salieron de la PGR, sino de la Secretaría de Gobernación y de la propia Consejería Jurídica. Todo lo relacionado con Kate del Castillo y su relación con El Chapo Guzmán; las conversaciones por whatsapp y hasta su foto con uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera no salieron de la Procuraduría, sino de otras áreas de la administración pública federal.
La información sobre la orden de aprehensión de Guillermo Padrés, panista ex gobernador de Sonora, y la orden de aprehensión que la PGR solicitó a un juez en contra del gobernador con licencia de Veracruz, Javier Duarte, salieron de Buraceli.
Las filtraciones, que ayudaron a los medios escritos a posicionarse en la vanguardia informativa, provocaron molestias en el interior del gabinete en contra de Arely Gómez, a cuyo equipo se le responsabilizó con frecuencia de esas fugas de información, amén de que la presión del resto de medios de comunicación que no fueron favorecidos por esas filtraciones aumentaron hacia la Procuraduría.
El estilo de trabajo de Arely Gómez no es apostar a los golpes mediáticos. Como una mujer formada en los círculos judiciales, prefiere tener resultados concretos para hacer anuncios; prefiere tener consignados, como pronto habrá en el caso Nochixtlán, que hacer anuncios constantes de planes de trabajo que no se concretan.
¿Y por qué digo que esa misoginia política de algunos hombres le pusieron el pie, pero nunca la tiraron, ni siquiera cuando dejó de ser Procuradora? Pues porque su salida de la PGR no se debió a un trabajo incorrecto o a un desgaste de la imagen de la Procuradora. Las señales que recibió del Presidente de la República fueron claras hacia un reconocimiento a su trabajo.
Pero Enrique Peña Nieto tiene una urgencia política: limpiar a su gobierno de la imagen de corrupción que le cayó encima desde la Casa Blanca y la relación de algunos de sus hombres más cercanos con empresarios que buscan contratos con el gobierno federal, como siempre lo ha existido en todos los gobiernos.
Les decía que nadie pone en duda la ética de Arely Gómez y Enrique Peña Nieto sabía que ella es la única que transitaba en el Senado de la República con el respaldo de todas las fuerzas políticas, porque hasta Manuel Bartlett, del PT, que junto con su bancada votó en contra, hizo un reconocimiento a la altura ética de Arely Gómez.
Los misóginos políticos ven un triunfo para ellos que un hombre ocupe otra vez la titularidad de la PGR y deslizan versiones que buscan minimizar la encomienda que tiene Arely Gómez, sin preocuparse que desde la perspectiva de Peña Nieto la única que tiene el tamaño moral para limpiarle la cara a su gobierno es precisamente una mujer.
*Leticia Robles de la Rosa: Es periodista y experta en los temas de Educación, Política , Elecciones y Congreso de la Unión. Actualmente cubre la información en el Senado de la República y es una reportera de Primera Plana